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‘Matadero’ intenta comprender el ciclo de la violencia política en Argentina

Santiago Fillol presenta su ópera prima a concurso en Sevilla, una película que contrapone tres épocas de lucha social en su país de origen a través del cine y la literatura

Matadero Santiago Fillol

El matadero está considerado el primer cuento de la historia de Argentina, un relato escrito por Esteban Echeverría como crítica al gobierno de Juan Manuel de Rosas, una historia de violencia y desigualdad en la América recién independizada de principios del XIX que nunca ha sido llevada al cine. Santiago Fillol, conocido en nuestro país por ser el guionista de Mimosas (2016) y O que arde (2019), dirigidas por Óliver Laxe, afrontó el reto retratando su argumento como el de un fractal de violencia, que al estilo del From Hell (1991-1996) de Alan Moore y Eddie Campbell o un cuento borgiano, se reproduce en espiral con ecos a través de las décadas y los siglos.

Las ficciones fundacionales como El matadero tienen algo de imprimir el imaginario de un país”, explicó Fillol en la rueda de prensa de presentación de su ópera prima en el Festival de Sevilla. “En este caso es particularmente brutal en su retrato de las clases populares, que aparecen en la novela como portadoras de la violencia y la barbarie”. Esta coproducción hispanoargentina compite en Sección Oficial y tuvo se premiere española este domingo 6 de noviembre tras estrenarse mundialmente en el Festival de Locarno. También pasará por el FICX y el Festival de Mar del Plata. En España llegará a salas comerciales el 9 de diciembre.

Echeverría identifica la Argentina de Rosas con un matadero, y este es un lugar de mierda, barro y sangre” explicó, prolijo, Fillol. “Quizás por eso no ha tenido nunca adaptación al cine, aunque sí remakes literarios, como La fiesta del monstruo, un cuento de Borges y Bioy Casares que identifica la violencia con el peronismo”. A lo largo de las décadas “se han dado varias versiones en el que la violencia cambia de lugar, si en el original la horda del pueblo veja y descuartiza a un hombre de clase alta, en cada versión que se hace cambia, como un ciclo sin fin, una orestiada que se repite”.

Un cineasta yanqui obsesionado con Matadero

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La respuesta de Fillol ha sido no rodar una adaptación directa, sino la historia del rodaje de un ficticio intento de adaptación ambientado en 1974, precisamente la época del último peronismo con Perón vivo y previa al golpe de Estado de 1976 que llevó a la dictadura cívico-militar de Videla y compañía. En Matadero el ficticio director norteamericano Jared Reed, criado en Argentina, se rodea de un grupo de actores de extrema izquierda para rodar una versión del cuento original llevada al extremo, en la que los diferentes participantes acabarán adoptando los roles de sus personajes, de una forma u otra.

“Me interesa abordar esa historia para preguntarme quién humilla y quién es humillado realmente, porque la realidad que captura esta novela decimonónica es la de una sociedad con una miseria terrible y unas desigualdades salvajes”, explicó el director. Y también, añadió, “esa idea de, ¿qué pasa cuando representas algo? ¿Lo expandes, lo anulas, lo convocas? El cine es el lugar donde empiezan a emanar esas cuestiones”. Por eso Matadero se narra en tres tiempos: la recreación del XIX que se hace durante el rodaje, el 1974 que rodea al mismo y una proyección especial de la película en la actualidad en la que los personajes supervivientes se enfrentan a las consecuencias de sus decisiones de entonces.

Julio Perillán, que interpreta al cineasta Jared Reed, estuvo presente en la rueda de prensa hispalense junto al director de fotografía Mauro Herce (O que arde, Mimosas, Samsara) y los productores del filme para valorar el largo proceso de preparación del papel: “Yo entré en 2018, pasé tres años intentando entrar y salir de ese personaje. Fue un reto, porque trabajamos descargando la emoción fuera de plano, entrando, o a la inversa, saliendo de plano y entonces descargamos. Un actor no está acostumbrado”. También valoró el trabajo de sus compañeros de reparto, el joven elenco argentino formado por Malena Villa, Rafael Federman, Ailín Salas, David Szechtman y Ernestina Gatti.

Revolución política y cinematográfica

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El encuentro entre el cineasta obsesivo y los jóvenes militantes fue parte de lo que llevó a Fillol a ambientar la historia en los 70. “Son una época fascinante porque irrumpe el nuevo cine americano, todos esos cineastas que querían algo bigger than life y desconfiaban de los modelos tradicionales de representación”, comentó el director. El ejemplo máximo para él es la anécdota de Wener Herzog riéndose al ver la maqueta del barco de Fitzcarraldo (1982) y dijo “que ni hablar, que él quería subir de verdad el barco por la montaña”, o “Coppola cuando dijo que no quería que Apocalypse Now fuera una película sobre Vietnam, sino que fuera Vietnam”.

“Y luego están todos los movimientos revolucionarios de esos mismos años”, continuó Fillol. “Al final, tanto ese nuevo cine como los revolucionarios de aquella época querían algo muy parecido: el summum de la experiencia, lo real más allá de la realidad”. En ese sentido, señaló que con Matadero, y frente a algunas tendencias actuales, de “escapar de la representación miserabilista de la realidad latinoamericana” muy clásica de algunos festivales, que no del sevillano donde la presenta o el próximo gijonés en su agenda.

Foto de portada: El equipo de Matadero en Sevilla – Lolo Vasco/Festival de Sevilla
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