Amenábar no convence en San Sebastián con su ‘Mientras dure la guerra’

Todo en marcha en Donosti, con la energía que se espera de un festival de cine que quiere seguir siendo el gran referente del circuito en España. Consciente y responsable de su categoría, ya tenemos una gran ritmo en el certamen: expectación, largas colas y primeros platos fuertes para degustar. El pistoletazo de salido lo dio su importante gala de inauguración, en la que el Festival no arriesgó y ejerció su papel de decano del circuito, con la reivindicación del rito de ir al cine, el valor del público y el trabajo de los críticos. Todos contentos.
El cine español ha irrumpido con fuerza en el Festival con el aterrizaje de una de las películas más esperadas: Mientras dure la guerra, de Alejandro Amenábar. Había ganas: era el regreso por todo lo alto, compitiendo en la Sección Oficial, de uno de los directores más importantes del país, con una historia ambientada en España después de la última hace 15 años (Mar adentro). Y qué historia. La de los sucesos que se vivieron en Salamanca durante el inicio de la Guerra Civil, con el escritor Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) como protagonista y con la génesis del franquismo como telón de fondo.
Pero ni las ganas ni los mimbres han sido suficientes para que Mientras dure la guerra haya convencido en San Sebastián. La película de Amenábar busca trazar un retrato vital, ideológico y emocional de Unamuno, mientras narra en paralelo el ascenso de Franco como Generalísimo, primero, y como Jefe del Estado, después. Es esto último lo que realmente parece interesarle al director, que es capaz de retratar bien las tensiones y diferencias dentro del bando «nacional» al principio de la contienda.
Karra Elejalde, durante la presentación de la película en San Sebastián. Foto: Gari Garaialde
Y por eso vemos el mejor Franco -gracias en gran medida a la excelente interpretación de Santi Prego- que hemos visto nunca en el cine español: humano, en ocasiones ridículo, inseguro pero calculador. Una interpretación que el propio actor ha reconocido que rueda de prensa que ha nacido toda a partir de la voz, en un proceso que duró hasta seis meses. Para Amenábar era muy importante la parte psicológica del dictador: «Queríamos entrar en su cabeza».
El problema para Mientras dure la guerra es que la historia principal no es esa, sino la de Unamuno. Pese a la impecable factura técnica y los esfuerzos simbólicos de su director, los pasos del escritor y rector de la Universidad de Salamanca van perdiendo fuerza, interés y profundidad a medida que avanza la historia, por la insistencia en darle demasiadas capas a un personaje que quizá no las necesitaba. Y por eso en el célebre episodio en el Paraninfo de la Universidad, que debiera ser el clímax final de la cinta, todo acaba mucho más apagado y menos sentido de lo que debería. Vencerá en taquilla, pero este Amenábar ambivalente no nos convence. Seguimos.
Arturo Tena (@artena_)
