Entrevista al director de cine Juan Miguel del Castillo, que prepara su segunda película tras ‘Techo y comida’ (2015)
«Nunca va a haber tanta verdad como la que tú conozcas»

En esta época de confinamiento y entrevistas por videollamada, el director Juan Miguel del Castillo (Jerez de la Frontera, 1975) nos recibe amablemente por Skype desde Jerez de la Frontera, donde ha podido hacer un hueco a Cine con Ñ para hablar de cine y, sobre todo, de su trabajo. Ahora mismo se encuentra inmerso en la preparación de su segunda película, La maniobra de la tortuga: «Íbamos a rodar en noviembre, pero se ha pospuesto hasta 2021, según cómo esté la cosa. Seguridad nunca hay, ¿no? Pero bueno, el proyecto está ahí y si todo va bien el año que viene lo rodaremos. Ahora estamos en un stand by«, explica el cineasta ante la pandemia.
Solo queda avanzar todo lo que se pueda desde casa.
Claro, es lo que hemos estado haciendo estos meses. Todo el proceso de casting lo hemos hecho online, la rescritura del guion… Estamos ultimando detales. Ahora como ha resurgido el coronavirus, queda esa incertidumbre. En el cine hay un equipo humano muy grande, que está junto muchísimas horas. Aunque no nos guste, es mejor posponerlo.
Fotograma de ‘Techo y comida’ (2015)
¿Podemos esperar una película totalmente diferente a Techo y comida?
La película es muy distinta, pero creo que al final tendrá algo de cómo yo entiendo el cine. Eso va impregnado de alguna manera. La historia es una apuesta bastante distinta a Techo y comida, pero ahí está el reto; me gusta hacer un poco de todo.
Por ejemplo, hizo en su época el corto Curso Dandalú (2003), que es otra historia completamente distinta.
Sí, antes me conocían por eso, y no tenía nada que ver. También he llegado a hacer cosas de terror o suspense. Pero cuando te dan una oportunidad para hacer una película, sale lo que a ti te tira, y a mí el tema social me tira mucho. Y aunque La maniobra de la tortuga es un thriller policíaco, tiene como telón de fondo la violencia machista. Va a dar que hablar, seguro.
«Yo siempre digo que he hecho un máster del cine»
¿Es cierto lo que se dice de que la segunda película es más difícil de hacer que la primera?
Tiene su parte de cierto. Cada proyecto que arranca es muy distinto del anterior. En mi caso, tengo que decirte que está siendo y ha sido bastante complicado. A pesar de que con Techo y comida nos fue muy bien, tuvimos tres nominaciones a los Goya y ganamos muchísimos premios, a pesar de todo eso, cuesta. Siempre cuesta. La respuesta es sí, ha costado, y la tercera costará también. Porque no es fácil aquí en España, en Andalucía, o desde Jerez donde estoy yo, levantar una película de dos o tres millones de euros. La financiación es muy compleja, pero estoy muy agradecido a Marta Velasco, a Áralan Films y a A contracorriente, porque al final lo han conseguido.
¿Ha sido muy distinto el camino de la financiación respecto a la primera vez con Techo y comida?
Sí, porque con Techo y comida no tuvimos apoyo de ninguna televisión, ni de ninguna subvención. Estábamos solos, Germán y yo. Luego se unió la productora Diversa Audiovisual, apostaron e hicieron una campaña de crowdfunding en la que se reunió 30.000 euros. El resto del capital fueron fondos privados de productoras y otros productores asociados. Todo el que se animó se apuntó. También el equipo ayudó a construirlo con su trabajo; no cobramos sueldos, hicimos una cooperativa. Rodamos cinco semanas con 150.000 euros, con los que tuvimos que pagar gastos, viajes, desplazamientos y material. Cuando entró A contracorriente en la distribución la película se hizo más grande, y al final llegó a tener un presupuesto de medio millón de euros, que también es muy poquito para lo que es el cine. No fue la fórmula habitual.
Ahora con La maniobra de la tortuga seguimos una financiación clásica, con subvenciones del ministerio, la Junta de Andalucía y televisiones como Canal Sur o TVE. Es otro proceso. La primera vez fue más a nuestra bola, como pudimos. Era hacerlo así o nada. Gracias a eso, aquí estamos: lo seguimos haciendo.
Todo ese esfuerzo a la hora de escribir el guion, buscar crowdfunding, reunir el equipo… ¿Cómo cree que le ha influido como director?
Yo le digo a la gente que he hecho un máster del cine: he vivido todo, desde cero, porque el guion partió de mí hasta el final. Entonces bueno, el aprendizaje ha sido impresionante. También es a lo que estoy acostumbrado. Nunca he tenido padrino que me pueda ayudar económicamente, siempre me lo he tenido que currar todo mucho, y en mi primera peli no iba a ser menos. Pero precisamente por eso lo he vivido todo de cerca. Es un proyecto más familiar o artesanal. Y yo soy la cabeza visible, pero hay mucha gente ahí detrás. Todos mis compañeros que han trabajo en todos los cortometrajes, gente que ha apostado y lo ha dado todo a cambio de nada. Incluso la productora. Creo que las ganas y la ilusión es lo que hizo que se pudiera hacer realidad el proyecto.
En una entrevista comentó que empezó a escribir el guion sin saber si alguien se lo iba a comprar siquiera.
Lo hice como lo hacen todos los aspirantes a dirigir una película. Yo animo a que la gente lo haga. Empecé a escribir el guion porque me inquietaba ese tema y sin saber si alguien se iba a interesar por él, si me iban a comprar la idea… Al principio es duro, porque tienes que hacerlo a ratos, compaginándolo con otro trabajo. Yo he hecho muchos cortos, tengo unos quince a mis espaldas. Todos los años hacía un corto, lo enviaba a festivales… No paraba, tenía que estar siempre haciendo esto. Pero tienes que pagar las facturas, como todo el mundo. Seguramente habrá mucha gente que se sienta identificada al leer esto. Todos aspiramos a dedicarnos a esto profesionalmente. Yo me conformo con poder seguir trabajando en el cine y seguir haciendo lo que me gusta.
«La gente vive las cosas de puertas para adentro, en silencio»
A Víctor Erice le cancelaron un mes de rodaje y más de la mitad del guion que tenía preparados para El Sur. En Techo y comida, ocurrió algo similar: hay unos veinte minutos que no se llegaron a rodar. ¿Cómo se enfrenta a una decisión así? ¿Cómo elige qué deja fuera y qué no?
Lo de los veinte minutos es cierto, pero no es que no los llegáramos a rodar. Lo que pasó es que se rodaron, pero se salvaron de la copia final del montaje. Es aún más doloroso, porque si no los ruedas, bueno. Pero es algo que siempre pasa en todas las producciones, se hace para mejorar la obra, porque el guion no se deja de escribir hasta que no sale de la sala de montaje. Hay veces que ruedas, pero por X motivos a lo mejor después no funciona, ya sea porque algo no sale como debía, o que tu apuesta creativa, la manera en la que lo has enfocado, no funciona. Hay fallos que cuando los ves, los quitas. Otros se quedan en la película, porque no puedes quitarlos. Pero siempre se hace por el bien de la obra. ¿Qué ocurre? Que a veces se abren debates, porque los productores también tienen voz y voto, lógicamente. Hay que llegar a un acuerdo, consensuarlo. Hay gente que incluso ha dejado de trabajar con la productora porque no llegaban a un acuerdo.
En mi caso fue por algo bueno. Creo que fue un acierto, pero aun así duele. Has estado mimando y cuidando algo tanto tiempo, y tiramos a la basura veinte minutos, que es una semana de trabajo de cien personas. Así de claro. Pero creo que forma parte del trabajo.
Si no recuerdo mal, algunas de esas escenas le habían gustado bastante.
Claro, tú ruedas una escena y piensas “qué bien ha quedado esto”. Pero luego hay que verlo en conjunto con el resto. El dónde va colocada también cambia su significado. Por contarte una anécdota, en Techo y comida lo que pasó fue que el día antes de rodar una escena nos cancelaron unas localizaciones que ya teníamos previstas. Entonces tuvimos que buscar otra de urgencia, y la secuencia quedó muy bien, era genial, fantástica… Pero después cuando la vimos nos dimos cuenta que no funcionaba, te sacaba, no te lo terminabas de creer. Fue un fallo logístico, no puedes hacer nada. Eso también pasa.
A la hora de escribir el guion de Techo y comida, siempre dice que se basó en la historia real de una vecina suya.
Sí, yo tenía una vecina que venía a casa de vez en cuando. Me acuerdo que un día vino a por un poco de leche, porque era domingo y la tienda estaba cerrada. Yo ni eché cuenta, se la di y ya está. No le das importancia, no tienes mucha relación, es una vecina que conoces y que alguna vez ha estado en casa y ya está. Entonces un día desapareció, ya no vivía arriba. Al cabo de un tiempo vimos un reportaje en la tele sobre los desahucios, y entonces salió ella contando su historia. Me quedé de piedra al verla, porque lo entendí todo. Claro, la tienda no es que estuviera cerrada. Estábamos tan cerca, pared con pared, y me di cuenta de que a la vez estábamos muy lejos realmente. Me parecía muy injusto, y es lo que me lanzó a escribir el guion. Lo que pasaba ahí de puertas para adentro me inquietaba. La gente lo vive así, de puertas para adentro, en silencio. Por eso huí de sensacionalismo y de lo que estamos acostumbrados a ver en los telediarios.
Fotograma de ‘Techo y comida’ (2015)
Se suele decir que solo se puede escribir de lo que conoces. ¿Qué importancia cree que tiene eso a la hora de escribir un guion? ¿Cree que es un elemento necesario para que salga algo decente?
Hombre, yo creo que eso funciona y tiene algo de verdad, pero no es estrictamente necesario. En mi primera película sí pasó eso, conocí a mi vecina, contó su historia y escribí el guion. Pero ahora estoy preparando una película basada en una novela que es todo ficción, y también funciona. Yo pienso que las historias funcionan cuando te muestran un mundo desconocido, una puerta por la que entras y lo descubres. Una película que por ejemplo tuvo mucho éxito, Verano 1993, es la historia de la directora, Carla Simón, cuando pequeña. Es una película que tiene mucha fuerza. Claro, es que la contó ella en primera persona. Entonces creo que no es imprescindible, pero nunca va a haber tanta verdad como la que tu conozcas.
¿Nunca se ha planteado hacer una película con la vida de Adrián (Jaime López) ya de adulto? No un Techo y comida 2, porque la historia de Rocío (Natalia de Molina) y su hijo termina ahí. Pero quizás sí ver cómo afecta a un niño crecer en esa situación.
Es un tema que ha estado muchas veces sobre la mesa, tanto con la productora como por parte de fans y espectadores. Porque da para más, tristemente. Nunca lo he pensado seriamente, pero nunca me cierro a ese tipo de cosas. Aunque tendría que aprovechar pronto, porque si no me quitan a Jaime -el actor Jaime López, protagonista también de Intemperie (Benito Zambrano, 2019)- de las manos. Le van las cosas muy bien y me alegro mucho por él.
«Al cine andaluz todavía le queda mucho para tener una industria sólida»
Recientemente en Instagram subió un tuit, creo que en japonés, de alguien hablando de Techo y comida. Por desgracia es una realidad de nuestro país, pero que también cala muy profundo fuera de nuestra frontera.
Lo que dices da para una charla solo de eso. Si tu historia tiene un tema universal, va a llegar a traspasar fronteras. Aunque eso esté pasando aquí en España, también ocurre en Japón, Filipinas, Estados Unidos, Canadá, Australia… Por desgracia, en todo el mundo hay gente pasando dificultades y que tiene problemas para salir adelante, incluso más que en Techo y comida. Techo y comida podrían ser ricos al lado de la pobreza que hay en el mundo.
No sé de dónde era el tuit, si Japón o China. Me parecía curioso. Es alguien que la ha visto y le ha llamado la atención. Está por todas partes la peli, y yo contentísimo, porque ya avanza sola, que es de lo que se trata. Tenía un amigo que fue de viaje a Emiratos Árabes y me dijo que fue viéndola en el avión.
Dejando un poco de lado Techo y comida, hace poco ha colaborado en el libro 101 películas españolas para entender nuestro presente, de Alejandro López Menacho. ¿Se atrevería a hacer un listado igual pero con películas andaluzas?
Pues sería cuestión de verlo. En el cine andaluz todavía nos queda mucho recorrido. Espero que crezca mucho, porque es muy joven, pero de un tiempo a esta parte noto un cambio. Cuando Benito Zambrano hizo Solas (1999), y luego Alberto Rodríguez ha seguido la estela. El cine gracias a ellos ha crecido mucho, y ahora venimos generaciones nuevas pisando fuerte, cada vez más directores. Pero pienso que todavía le queda mucho al cine andaluz para tener una industria sólida. Pienso que le queda mucho al español, imagínate al andaluz. La inversión que se hace en cine en Francia es de cuatrocientos millones al año, y aquí no llega a cuarenta. Son diez veces más. Me parece una idea fantástica lo que dices, pero todavía nos queda mucho por crecer y recorrer.
En parte por ello, algunos directores no están teniendo tanto reconocimiento como debieran, sobre todo algunos noveles.
Hay muchos, incluso gente que no llega a salir. Pero es triste que hasta que no te dan una oportunidad o no te reconocen, no sale a la luz. Yo he hecho una peli nada más, siempre digo que “estoy empezando”. En nuestro caso fue bien, pero tengo compañeros que han hecho una peli, la han llevado a festivales y la han guardado en un cajón. Nadie la distribuye, ni llega a los cines. Hay que gente que no ha tenido esa suerte o esa capacidad de hacer llegar su película a sus espectadores. En nuestro caso me siento afortunado.
¿Algún nombre en especial?
Nombres no te puedo decir, porque hay tantísima gente… Hay gente con mucho talento que no sale, y los que están por salir, tanto directores como directoras. Para mí, todas las películas que se hagan en España son pocas. De cualquiera. Está claro que los que más ruedan son los más conocidos, es triste decirlo, pero es así. España ha crecido mucho en ese sentido y todavía tiene que crecer, para que haya un hueco para más gente y un nicho sólido. Hay mucha gente con talento que no se conocen o que no se les da esa oportunidad. Yo por ejemplo empecé con dieciséis años a hacer cortos, y me he recorrido muchas productoras. De hecho, en alguna ya me conocían y decían “ya está aquí otra vez el pesado”. Me han dicho veinte mil veces que no. De chavalito uno hace lo que puede, nadie te daba una oportunidad. Así hay gente ahora. Y hasta los 38 no lo conseguí.
Yo porque me gusta mucho, me apasiona y me da igual, para mí no es un trabajo sino que lo disfruto, pero tengo amigos que han abandonado por el camino, gente muy buena. Yo creo que al final llegan los que siguen. Independientemente de que sean más creativos o tengan más o menos talento. También hay personas que han tenido más suerte. A mí, por ejemplo, me llegó a los 38, pero por esa insistencia a lo mejor hubiese encontrado una oportunidad antes, más joven.
Que de hecho me pasó. Lo he contado poco, pero a los 28 años, no se me olvida, una productora me dio una oportunidad para rodar mi primer largo en cine, en 35mm. El productor, Jordi Domingo, era el mismo que el de mi cortometraje Rosario (2005). Éramos amigos. Iba a ser una película de 200 millones de pesetas. Se aprobó y el proyecto iba para adelante, pero Jordi tuvo un accidente y falleció. A lo mejor, si hubiese hecho esa peli a los 28 años, las cosas serían distintas. Después por circunstancias he llegado a hacerla más tarde. No hay una fórmula mágica. Les animo a todos a que sigan, que al final si crees en lo que haces yo creo que se puede conseguir, y sin padrino también. Pero vas a tardar más (risas).
Si tuviese todo el presupuesto y recursos, y cualquier actor o actriz que necesitase, ¿qué proyecto le gustaría hacer en una película?
No suelo pensar mucho en eso. Realmente no hace falta grandes presupuestos ni que la película esté llena de estrellas para que funcione. Si tiene lo que hay que tener, puede funcionar igualmente. Ahora, está claro que eso ayuda. A lo mejor si nosotros no hubiésemos tenido a Natalia de Molina no hubiésemos llegado a los Goya, o nuestra peli no sería tan conocida. Pero como arte en sí, en el cine eso va aparte. Por ejemplo, puedes ver cine coreano, que ahora está de moda, y aunque no sabes ni cómo se llama el actor la película te encanta y te llega.
En mi caso tengo un cuaderno lleno de proyectos que me gustaría hacer, pero los dejo para una etapa más madura. En ese sentido no sabría decirte, aunque me encantaría hacer una película de acción, un Indiana Jones, por puro divertimento. A la hora de rodar o de montar, ese material es muy chulo. Sería un mundo tan diferente a mi estilo, que por vivirlo estaría dispuesto a hacerlo.
Enrique Barroso
